En su fuero interno, Colin Campbell sigue siendo un niño criado en una granja del norte de Virginia. Cuando estamos juntos, inevitablemente compartimos nuestras respectivas historias de la granja. Los dos compartimos la tradición rural, ya sea
esparciendo estiércol en el campo, conduciendo tractores o pastoreando el ganado. Pero desde estos orígenes ambos emprendimos más tarde otros caminos. Mi admiración por Colin radica precisamente en los logros que ha obtenido en su profesión. Participó en el descubrimiento de una sustancia química que más adelante se denominó digoxina y, posteriormente, dirigió uno de los estudios más importantes sobre la relación entre la dieta y la salud, El Estudio de China. Ha sido coautor de cientos de documentos
científicos, participado en numerosos paneles de expertos del gobierno y colaborado en la creación de organizaciones sobre dieta y salud tanto a nivel nacional como internacional, como por ejemplo el Instituto Americano para la Investigación del Cáncer o el Fondo
Mundial de Investigación del Cáncer. Como científico, ha jugado un papel decisivo en el enfoque de nuestro país respecto a la dieta y la salud.
A medida que he llegado a conocer a Colin personalmente, he llegado a respetarlo por otras razones además de la larga lista de sus logros profesionales. Respeto valor e integridad.
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